viernes, 11 de enero de 2013

Insomnio.


Como lamento que arrulla mi alma;
Descansa sombría mi mirada,
aquella que danzaba en la fina hierba de tus ojos.

Como sentimiento que ahoga mi pecho;
Recorre inquieta la locura que me inunda,
y poco a poco derrite mi piel de hielo.

Como lágrima que roza mis labios;
Huye de la mañana mi bestia alada,
que desaparece dejando desnudas mis dudas.

Como suspiro de medianoche que se pierde en el silencio;
Nadan por mis venas palabras que no eran verdaderas,
aquellas que parecían tener un significado.

Como piel mezclada en otro cuerpo;
Bailan mis dedos por algunas fotos que me destruyen en silencio,
esos momentos que no debieron ser inmortalizados.

Como dolor que anuda mi estómago;
Empuja mi cabeza malos pensamientos,
los que me llevan a un mundo de tristes lamentos.

Como palabra que se clava en mi corazón;
Aturulla los caminos que constituyen la razón,
que esquivan mi cuerpo para nunca llegar a él.

Como escalofrío que se posiciona en cada centímetro de mí ser;
Canta a la noche una gárgola de pétrea piel,
a la que no le sorprende estar reproduciendo los fúnebres lamentos de mi alma.

Como pajarillo que vuela despistado por el cielo de la noche;
Gritan mis ojos cansados de ver cosas que no quieren,
los que piden ser despojados de tan desagradables imágenes.

jueves, 10 de enero de 2013

Breves notas de mi corazón.





¿Cuántas palabras hacen falta para que un corazón deje de latir? Quizá una es suficiente. Algunas veces no nos damos cuenta del daño que podemos causar, pero es así, causamos mucho daño… Además, normalmente a las personas que más queremos, al igual que las personas a las que más queremos nos hacen daño a nosotros. Supongo que es por eso por lo que nos duele, porque les queremos y eso siempre hace que lo que duela sea más doloroso.

A veces las personas que más quieres te dicen cosas de las cuales te estás dando cuenta que no las dicen o sienten de verdad. Eso es lo que hace que estés continuamente en el suelo y no sepas como levantarte, ya que las manos que te sujetan ves que van a desaparecer algún día, como todas aquellas que te sujetaron en un pasado y ya no queda  rastro de ellas.

Muchas veces me planteo si de verdad lo conveniente es que esté sola. Sólo con mi boli, mi hoja de papel y mi música. Lo único que nunca me va a fallar.  Lo único que a pesar de que sea como soy no me va a abandonar…

Otra cosa que nunca me abandona son mis dudas. Esas que suben y bajan por mi cuerpo como si de un ápice más de él se tratase. Esas que me hablan de mirarme al espejo, ver que no voy a conseguir nada y volverme otra vez atrás. Volver a lo que de verdad merezco, volver a sentir el acero bailar por mi cuerpo haciendo notas musicales.

¿Quién sabe a dónde voy y de dónde vengo? Si ni si quiera yo lo sé. Está claro que todos tienen sus respuestas, yo no tengo ninguna. Simplemente veo pasar el tiempo y mi mente marchitar cada día más. Como si hubiera vivido un tiempo que en realidad no he vivido. Cosa que seguramente siento porque llevo la mayoría de mi corta vida con el agobio de que todo se va a terminar y yo aún no me he movido por los segundos que quiero, por las cosas que desearía vivir y nunca van a pasar.

A veces tengo la sensación de que todo está bien, pero luego todo es una ilusión que ha nublado mi existencia durante unos pocos minutos.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Ojalá me quieras libre.


¿Has visto a un árbol sonreír?
Quizá no, porque lo que un árbol espera es su muerte, cada día con más incertidumbre, que crece como las malas hierbas que florecen a su alrededor.
Hoy no voy a hablar de un árbol cualquiera, sino de un árbol con nombre y apellidos.
Las máquinas parecían cada día estar más cerca de él agobiando la mente del árbol. Él se preguntaba porqué ese afán de talarle a él y sus compañeros. Porque cortar y, con ello, hacer desaparecer sus sólidas raíces, su tronco solemne y sobrio y sus frondosas y verdes hojas que albergan tanta felicidad entre esas aves que vuelan despreocupadas para acabar descansando en esa cama de hojas.
El árbol, triste, veía todos los días caer a sus compañeros, que sin hacer nada por sus vidas, eran exterminados del plano terrestre.
Con ayuda de los pájaros, el árbol, se talló en la corteza el símbolo de la paz y como símbolo de fortaleza y libertad, los pajarillos que más frecuentaban sus ramas, le hicieron una muralla de nidos.
Todos los arboles, que se daban por muertos, estaban perdiendo sus hojas por la tristeza que inundaba sus raíces. Nuestro árbol, era el único que no dejaba de luchar por lo que quería: Seguir ahí cobijando a los animales dándoles de comer de sus mejores frutos y regalándoles un pedacito de su propia vida.
Llegó el día en que las máquinas le arrancarían el corazón cortándole las ramas destruyendo y echando a perder no sólo su vida, sino la del resto de animales.
Ya avanzaban las máquinas sin piedad y cuando empezaron a clavar el crudo acero en su corteza, el árbol gritaba tan fuerte la palabra LIBERTAD que fue escuchado por todos los árboles que habitaban el planeta. Sí, lo último que gritó el árbol fue libertad y, en sus últimos segundos de vida, fue feliz al ver que había logrado lo que él más quería: Luchar por él y sus más allegados los animales dando su propia vida por lo que él creía fuerte en su mente.




lunes, 17 de diciembre de 2012

Tempus fugit.

¿No os habéis quedado nunca mirando a un punto fijo y habéis pensado lo rápido que pasa el tiempo?

A menudo, me dedico a recordar todas esas cosas que ya pasaron. A veces no me puedo creer que hayan pasado años de esos momentos, es como si el tiempo me dijese que todo tiene un fin, todo acaba marchitándose en un mundo donde has venido para bailar por los minutos y segundos sin darte cuenta de lo importantes que cada uno de ellos son, desperdiciándolos con el pensamiento de que hay muchos más minutos y segundos como esos y que se volverán a repetir. 
Estamos y estaremos eternamente equivocados el ser humano, porque hay muy buenos momentos, sí, y precisamente lo que un momento hace que sea bueno es que es irrepetible, que no habrá otro igual. Y muchas veces en vez de vivirlo nos dedicamos a dejar que pase sin más, y eso es un grave error.

Sólo cuando los años pasan te das cuenta de esto y añoras aquellos momentos que pensabas que volverían a ocurrir y nunca más volvieron a suceder.

Para mí el concepto de felicidad, es un concepto demasiado difícil como para poder encontrar palabras que lo puedan definir. Pero si brevemente tuviera que definir lo que es la felicidad, supongo que lo definiría así:

"La felicidad se compone de momentos buenos, inolvidables, momentos que merecen la pena."

Nadie, en mi opinión, llega a ser feliz del todo. Supongo que todos tenemos nuestros "demonios" por ahí escondidos y a la luz, o no, ahí se hallan, en nuestro interior. Por eso hay que guardar en nuestra memoria como un gran tesoro esos momentos en los que nos han arrancado una sonrisa, esos momentos que no volverán nunca más y que sólo nosotros los hemos vivido.

Por eso, lo único que se me ocurre, es coger mi 
boli y mi papel, aferrarme a ellos, escribir y ser feliz con ello.






"Para algunos, vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos y yo más humilde soy y sólo quiero que la ola que surge en el último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente".

lunes, 3 de diciembre de 2012

Y es que la realidad que necesito se ha ido detrás de ese culito.

Sin saber cómo, aparecí ahí, tendida en un lugar que no sabría describir físicamente ya que todo estaba oscuro, no se veía nada. No podré describirlo físicamente, pero sí puedo decir las sensaciones que afloraban en mí.


Cada minuto que pasaba me ahogaba entre más y más lágrimas. Me agobiaba la idea de no poder salir de allí. Vivir para siempre en la oscuridad, sin ver nada de mi alrededor.


Echaría de menos los colores, las personas... pero sobre todo la silueta de una sonrisa, no una cualquiera: Tú sonrisa, así como el sonido de la misma.
También echaría de menos todos los sonidos que habituaba a escuchar todos los días. Éstos desaparecieron para que en mi creciera un dolor causado por el agobio de no ver ni un atisbo de luz y no escuchar ningún sonido cotidiano.


Pasaron los días e incluso los años y yo seguía ahí luchando por sobrevivir en esa oscuridad, atrapada.
Ya, sin vida, me sumí en la locura ya que perdí la percepción del tiempo. Empecé a pensar que mi realidad era que padecía ceguera y sordera. Simplemente me hallaba en mi habitación y que en realidad sólo habían pasado cinco minutos. Me daba la sensación que el tiempo transcurrido no había sido nada, como si no hubiesen pasado los días.


Angustiada, sin entender nada ni saber que hacer, empecé a ver sombras y figuras extrañas a mi alrededor. Fue entonces cuando mi subconsciente empezó a pensar que estaba en los últimos minutos de vida pero escuchaba a esas sombras diciéndome que aguantase, que iba a salir de ahí, que vendrían tiempos mejores.
Comencé a sentir paz interior aunque de vez en cuando volver a agobiarme y seguir mal, pero esas voces continuaban alentándome.

Ahora sólo espero volver a ver los colores que pintaban mi vida guardando en mí los momentos que las sombras me brindan bajo esta oscuridad. Me encuentro esperando un mañana mejor: sin agobios, con felicidad y, por supuesto, tu sonrisa.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Luna protectora.



Brilla en su cara el sol, 
sonriente me dice que está caliente.

El sol se esconde
para dar paso a la luna
que le canta canciones de cuna.

Acuna al sol la noche,
percibe el calor de las estrellas
que, sonrojadas, ayudan a la luna
a darle calor sin reproche.





Versos que una neurona cualquiera me dijo que escribiera.


martes, 13 de noviembre de 2012

Con un latido del reloj.





Lee tranquilo, sintiendo cada palabra 
que entra por tus ojos...


Me pausan los momentos negros que recorren mi gélida piel de caramelo. El dulce sabor del caramelo es comparable con el dulce sabor que me produce contemplar el más verde de los prados de tu mirada.

Hacen que me despierte las nubes que se avecinan. Me mantengo alerta de cualquier precipitación en ese recinto de sueños. Sueños en nubes de colores predominando el naranja y el amarillo; como si fueran dos colores inseparables, que siempre van juntos, unidos, como si solos no pudiesen estar.
Las nubes bailan por el cielo una melodía tranquila, con unas voces relajadas, esas trompetas y el fundamental bajo marcando el delicioso ritmo de esa melodía.

Me sonreían las flores de tantos colores variados... había margaritas, danzantes abejas posadas en flores azules como si sus pétalos se tratasen del más bello vestido y al fondo, musitaban frases que desprendían calor, unas bellas amapolas que poseían un llamativo rojo como el color de unos deslumbrantes labios rojos carnosos. Labios que están pintados con esas amapolas silvestres del prado del recinto de los sueños.

Produce en mi un acelerón el momento en el que tu piel y la mía juegan a ser una, juegan a comprobar cual de ellas cuenta más caricias de una mano juguetona y cariñosa. Ese momento es en el cual me divierte una de esas sonrisas estúpidas y a la vez perfectas. Entonces, bailando, aparecemos en aquel lugar donde los colores y la música nos inundan en el mayor de los sueños fantásticos que produce el olor de las flores de mi prado, a las cuales se le añadieron unas finas hierbas verdes que cuando el rocío de la mañana las empapa con su fragancia huele a los más suaves aromas. Aromas que recuerdan que aún no hemos vuelto a nuestro mundo.

Pero luego empiezo a disminuir la velocidad para acabar tendida en una cama. Cuando disminuye esta velocidad se debe a la necesidad de respirar el aire puro que mis pulmones piden a gritos ya que las fragancias del campo y tu propia fragancia me producen un estado de locura o revolución de todos los órganos de mi cuerpo, que sienten el galopar de mi corazón que con tanto vaivén, late al ritmo que le marcan los acontecimientos de mi vida. Igual van al ritmo acelerado que le produce el correr de tu corazón o va a pedales cuando se retira el aroma de las flores.

Finalmente me pararé para siempre cuando los empujones que me hayan dado por encima y por debajo del cuerpo los segundos que azotaron mi vida asuman el control de mi débil y triste cuerpo. 

Seguramente el recinto de los sueños con su prado, sus flores y tu sudor sigan siempre en este mundo ya que el mundo se compone de todos los sueños de todas las personas que han habitado en él. Cada persona es una pieza imprescindible para la historia que se ha labrado en esta, nuestra tierra.